Milo había abandonado su templo y había ido a
ver a Shoko, en su mente los recuerdos de lo que acababa de hacer lo
atormentaban. Como pudo confundir a Dafne con Camus, físicamente se parecían un
poco pero no lo suficiente como para confundirlos.
-Camus no tiene comparación, el era todo para
mi, y esa tonta niña no es ni su sombra- susurro para si mismo.
Al llegar a la habitación de Shoko no dudo ni
un solo instante y la acorralo contra la pared, inmediatamente tomo las suaves
piernas de la Santia y las llevo a su cadera, Shoko enseguida aprisiono el
cuerpo de Milo con sus piernas y coloco sus brazos alrededor del cuello de Milo
quien ya comenzaba a dejar las primeras marcas en el pecho de su compañera.
-Si que me extrañaste- dijo Shoko al sentir la
pasión con la que Milo la besaba.
-No sabes cuanto- respondió en un susurro Milo
cargando a Shoko y dejándola caer sobre la cama.
-Espera Milo- Dijo la Santia incorporándose –
compre algunas cosas para que juguemos, saco de debajo de su cama una bolsa con
diferentes juguetes sexuales desde unas esposas con peluche hasta una fusta.
–Pero antes de que continuemos, Milo me gustaría saber ¿que somos?- pregunto la
Santia.
-Ya sabía que esto era demasiado bueno para
durar- dijo Milo en voz baja
-Milo es que a veces siento que solo me
utilizas para quitarte las ganas, yo pensé que te gustaba enserio, que solo
necesitabas tiempo para volverlo oficial, que despues de algunos meses te
darías cuenta que no podemos seguir así, viéndonos en mi habitación a
escondidas de todos-
-Shoko, me gustas, pero no quiero nada serio,
pensé que lo entendías- dijo tomando la fusta entre sus manos y jugando con
ella.
-Entonces Milo, creo que debes irte- respondió
Shoko alejándose de el.
Milo abandono en silencio la habitación de
Shoko, sabia que la extrañaría pero no sentía por ella nada mas que aprecio, ni
siquiera podría decir que cariño. Regreso al santuario y se encamino a su
templo, en los escalones se encontró aun con el cadáver de la mariposa que
ahora estaba siendo devorada por una legión de hormigas. Entonces recordó el
momento en que encontró el cuerpo de Camus congelado sobre el piso del templo
de Acuario. Lo había tomado entre sus brazos e intentado reanimar pero no logro
nada. Sintió de nuevo el vacio y la desesperación de ese instante en el que se
dio cuenta que su amado había muerto.
Entro a su templo y se encamino a su
habitación olvidando por completo el echo de que Dafne estaba ahí por lo que al
entrar y verla dormida de espaldas su mente volvió a engañarle y una vez mas
vio a su amado Camus dormido como lo había visto tantas veces. Decidió no
cuestionar lo que sus ojos veían, estaba cansado y la posibilidad de dormir una
vez más al lado de su amado era como un analgésico para su herido corazón. Por
lo que lentamente ocupo su lugar en la cama y paso uno de sus brazos por la
cintura de quien creía era Camus.
Dafne se despertó al sentir el peso del brazo
en su cuerpo pero no se movió y simplemente dejo que Milo la atrajera hacia el
y depositara algunos besos en su cuello creyéndola dormida, esperaba que su
acelerado corazón no delatara que se había despertado.
Milo y Dafne no tardaron en quedarse dormidos
y cuando los primeros rayos del sol se filtraron por la ventana el Santo de
Escorpio se despertó notando que había dormido abrazando el cuerpo de su
alumna, por lo que inmediatamente se aparto de ella y se levanto de la cama.
Dejando a Dafne dormir un poco más.
De nueva cuenta se reprocho el haberle
permitido a su mente que lo engañara la noche anterior, de nuevo se convenció
de que Dafne no se parecía a Camus. Tal vez en el cabello pero nada más.

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