Sé que es inusual que un “Pokémon” como nos llaman los
humanos sea quien narre los sucesos, pero llevo mucho tiempo esperando la
oportunidad de contar esta historia, yo no soy el protagonista pues solo soy un
pokémon sin importancia, en realidad es la historia de mi primer entrenador.
No había podido dejar registros de esta historia antes ya
que no muchos de los mío saben escribir, creo que nunca antes un pokémon sintió
la necesidad de plasmar una historia y menos una en la que no fuera el
protagonista.
Ahora aprovechando que este Meowth sabe escribir, e incluso
hablar el mismo idioma que los humanos me es posible contarles la historia de
Andy.
Conocí a Andy cuando yo era un pequeño Pichu que huía de un
incendio, el fuego me había herido y apenas logre llegar a la carretera donde
el me encontró. Me llevo al centro pokémon donde curaron mis heridas y yo decidí
quedarme con ese humano entonces supe que su nombre era Andy.
Andy se encontraba en su viaje para convertirse en un
maestro pokémon.
Yo era demasiado pequeño para participar en los combates de gimnasio,
así que solo tenía combates de entrenamiento con mis otros compañeros pokémon,
siempre bajo la atenta mirada de Andy quien les recordaba a sus otros pokémon
que no debían de ser muy bruscos conmigo.
Recorrí con Andy innumerables ciudades, bosques, selvas y
desiertos, pues Andy disfrutaba de competir en cualquier torneo, lo vi ganar un
incontable número de combates y perder algunos.
Andy logro obtener también muchas medallas y premios usando
en casi todos sus combates a su querido Prinplup quien era su primer y más
fuerte pokémon, debo reconocer que yo sentía mucha envidia de la relación que
Andy tenía con él, pues yo no sentía que fuera especialmente importante para él,
no me malentiendan, Andy nos cuidaba bien a todos pero Prinplup era especial.
Volviendo a los premios estos los enviaba a casa donde su
familia los colocaba en estantes y vitrinas. Lo sé porque cuando video llamaba
a sus padres desde el centro pokémon estos le enseñaban las vitrinas y repisas
donde descansaban sus trofeos. Incluso su madre solía decir que si seguía
ganando medallas y torneos no tendría más remedio que contratar a alguien para
que los limpiara diariamente pues a ella ya no le daría tiempo. Sabía que Andy
se sentía feliz de ver a sus padres tan orgullosos de él, parecía que su camino
para ser maestro pokémon era un constante y fluido ascenso. Varias veces
escuche decir a otros humanos que Andy se convertiría en el mejor maestro
pokémon de estos tiempos.
Pero entonces paso algo que nadie esperaba; el Prinplup de
Andy, su mejor pokémon, su primer pokémon; enfermo y murió, la enfermera Joy
hizo todo lo posible por sanarlo, profesores e investigadores hicieron su mejor
esfuerzo pero no lograron salvarlo. La muerte de Prinplup acabo con la carrera
de Andy como maestro pokémon.
Andy regreso a casa y nosotros con él. Ya no había más
entrenamientos, ni combates, Andy no se veía bien, ya casi no lo veíamos más
que al momento en que nos alimentaba, el resto del día lo pasábamos dentro de las
pokebolas.
Yo sentía que Andy estaba siendo egoísta, pues parecía que
sus demás pokémon no le importábamos en lo más mínimo.
Perdí casi toda noción del tiempo, pues el solo salir de la
pokebola por cortos periodos no me daba una noción muy clara del tiempo, solo sé
que paso mucho, demasiado tiempo; hasta que una mañana Andy nos sacó a todos de
las Pokebolas. Nos contó que ahora sería un investigador pokémon; quería
estudiar a los pokémon, pues pensaba que Prinplup pudo haberse salvado, si se
tuvieran más conocimientos sobre los pokémon y sus enfermedades.
No entendía muy bien que era lo que quería decir, pero Andy
comenzó a observar y anotar cosas en un cuaderno. Ya no había entrenamientos,
ni combates, mucho menos torneos; solo salir al bosque cercano a que Andy
observara y escribiera cosas sobre los pokémon que vivían en aquel bosque. Todo
esto me parecía la cosa más aburrida del mundo, pero al parecer sus anotaciones
y todo lo que garabateaba en sus cuadernos, a los otros humanos les parecía la
cosa más interesante del mundo, por lo que en poco tiempo Andy volvió a viajar
llevándonos a conocer nuevos lugares.
Yo aún guardaba la esperanza de volver a los torneos pues si
no entrenaba y combatía; jamás podría evolucionar; Y deseaba con todas mis
fuerzas ser un Pikachu.
Pero Andy no pensaba igual, el seguía anotando en libretas,
tomando fotos y muestras de los lugares a donde viajábamos, presentando sus
teorías y nuevos descubrimientos en eventos que en nada se parecían a los
torneos.
Con el tiempo me resigne a ser un Pichu de por vida. Solo
observando la vida, como hacia mi entrenador, con la única diferencia que yo no
tomaba notas.
Los años pasaron; Andy creció, se convirtió en un
investigador pokémon a cargo de una reserva; donde extrañamente eran más comunes
los pokémon shiny. Estos tenían una pigmentación diferente a la “normal”;
aunque yo no entendía por qué les parecían tan especiales a los humanos.
Resulta que esos pokémon eran muy codiciados por los entrenadores, lo que los convertía
en el blanco favorito de los contrabandistas.
Así gracias al nuevo trabajo de Andy logre volver a
entrenar, pues se necesitaba de pokémon fuertes y bien entrenados para combatir
a los contrabandistas. Por lo que Andy volvió a entrenarnos; a ponernos en
forma. La verdad esto me estaba gustando mucho, era lo que había deseado en
todo este tiempo, al fin lo lograría tendría la oportunidad de
evolucionar.
Andy estaba poniendo más atención a mi entrenamiento;
esperaba con todo mi corazón poder ser su nuevo pokémon especial, así como lo
fue Prinplup.
Día tras día Andy y yo recorríamos la reserva, junto con los
otros pokémon que tenía, llevando alimento a los pokémon más ancianos y
revisando que la salud de todos en la reserva fuera buena. En ocasiones Andy debía
cuidar de algún pokemon herido; pero en cuanto este se recuperaba lo llevábamos
de regreso con su familia. De nuevo me sentía feliz, pero entonces aprendí que
ese sentimiento no es muy duradero.
Una tarde; cuando ya regresábamos a casa, nos encontramos
con una banda de contrabandistas, que llevaban en redes a varios Dratini shiny,
por lo que sin dudarlo Andy los enfrento para evitar que se los llevaran. Pero
esta vez los contrabandistas eran más numerosos y sus pokémon más fuertes.
Andy ataco con su mejor pokémon en ese momento, el cual era
Arcanine, seguido de Gyarados. Aun me parece increíble que ambos fueran
vencidos, aunque decir vencidos es una manera menos cruel de decir asesinados.
Los demás corrimos con la misma suerte; incluso Andy. Pero por alguna razón yo
me había quedado en ese lugar; mientras que las almas de mis compañeros y
entrenador habían ido a donde se supone que deben ir. En cambio yo seguía aquí.
Hasta ahora no he logrado entender que es lo que hizo que yo
me quedara ahí viendo los cuerpos sin vida de mi entrenador, compañeros y el mío.
Había muerto como un Pichu sin haber logrado evolucionar. Me sentí frustrado y
enojado. Entonces observe a los contrabandistas y sin saber cómo, use un
movimiento que era imposible de ejecutar por un Pichu, con el cual yo logre
dejar fuera de combate a los contrabandistas. Enseguida libere a los Dratinis
pero, me desconcertó bastante que se alejaran de mí, como si me tuviesen miedo,
yo solo era el fantasma de un inofensivo Pichu.
Regrese con mi entrenador y mis compañeros, realmente no tenía
a donde ir entonces una fuerte lluvia comenzó a caer y en la hierba se
comenzaron a formar pequeños charcos, me acerque a uno de estos pues quería
saber cuál era mi apariencia ahora, ¿Qué era lo que había hecho que esos
Dratini se alejaran de mí? Entonces lo vi; no tenía una forma como tal, solo
era una especie de niebla, con 2 puntos rojos.
Estaba desconcertado con mi reflejo. ¿En qué me había
convertido?, ¿Seguía siendo un pokémon?, cientos de preguntas fueron llegando a
mi cabeza, y ninguna tenia respuesta, pero de alguna manera me ayudaron a pasar
la noche, pues no fue hasta el día siguiente, que un equipo de apoyo llego al
lugar, enterraron a mis compañeros y se llevaron a mi entrenador, para que su
familia le hiciera un funeral como el que los humanos acostumbran.
Es aquí donde termina la historia de Andy y comienzan otras más,
pero por el momento ya estoy cansado y también este Meowth; por lo que no escribiré
nada más.