jueves, 24 de junio de 2021

***La historia de Mimikyu*** Parte 1: Andy

 




Sé que es inusual que un “Pokémon” como nos llaman los humanos sea quien narre los sucesos, pero llevo mucho tiempo esperando la oportunidad de contar esta historia, yo no soy el protagonista pues solo soy un pokémon sin importancia, en realidad es la historia de mi primer entrenador.

No había podido dejar registros de esta historia antes ya que no muchos de los mío saben escribir, creo que nunca antes un pokémon sintió la necesidad de plasmar una historia y menos una en la que no fuera el protagonista.

Ahora aprovechando que este Meowth sabe escribir, e incluso hablar el mismo idioma que los humanos me es posible contarles la historia de Andy.

Conocí a Andy cuando yo era un pequeño Pichu que huía de un incendio, el fuego me había herido y apenas logre llegar a la carretera donde el me encontró. Me llevo al centro pokémon donde curaron mis heridas y yo decidí quedarme con ese humano entonces supe que su nombre era Andy.

Andy se encontraba en su viaje para convertirse en un maestro pokémon.

Yo era demasiado pequeño para participar en los combates de gimnasio, así que solo tenía combates de entrenamiento con mis otros compañeros pokémon, siempre bajo la atenta mirada de Andy quien les recordaba a sus otros pokémon que no debían de ser muy bruscos conmigo.

Recorrí con Andy innumerables ciudades, bosques, selvas y desiertos, pues Andy disfrutaba de competir en cualquier torneo, lo vi ganar un incontable número de combates y perder algunos.

Andy logro obtener también muchas medallas y premios usando en casi todos sus combates a su querido Prinplup quien era su primer y más fuerte pokémon, debo reconocer que yo sentía mucha envidia de la relación que Andy tenía con él, pues yo no sentía que fuera especialmente importante para él, no me malentiendan, Andy nos cuidaba bien a todos pero Prinplup era especial.

Volviendo a los premios estos los enviaba a casa donde su familia los colocaba en estantes y vitrinas. Lo sé porque cuando video llamaba a sus padres desde el centro pokémon estos le enseñaban las vitrinas y repisas donde descansaban sus trofeos. Incluso su madre solía decir que si seguía ganando medallas y torneos no tendría más remedio que contratar a alguien para que los limpiara diariamente pues a ella ya no le daría tiempo. Sabía que Andy se sentía feliz de ver a sus padres tan orgullosos de él, parecía que su camino para ser maestro pokémon era un constante y fluido ascenso. Varias veces escuche decir a otros humanos que Andy se convertiría en el mejor maestro pokémon de estos tiempos.

Pero entonces paso algo que nadie esperaba; el Prinplup de Andy, su mejor pokémon, su primer pokémon; enfermo y murió, la enfermera Joy hizo todo lo posible por sanarlo, profesores e investigadores hicieron su mejor esfuerzo pero no lograron salvarlo. La muerte de Prinplup acabo con la carrera de Andy como maestro pokémon.

Andy regreso a casa y nosotros con él. Ya no había más entrenamientos, ni combates, Andy no se veía bien, ya casi no lo veíamos más que al momento en que nos alimentaba, el resto del día lo pasábamos dentro de las pokebolas.

Yo sentía que Andy estaba siendo egoísta, pues parecía que sus demás pokémon no le importábamos en lo más mínimo.

Perdí casi toda noción del tiempo, pues el solo salir de la pokebola por cortos periodos no me daba una noción muy clara del tiempo, solo sé que paso mucho, demasiado tiempo; hasta que una mañana Andy nos sacó a todos de las Pokebolas. Nos contó que ahora sería un investigador pokémon; quería estudiar a los pokémon, pues pensaba que Prinplup pudo haberse salvado, si se tuvieran más conocimientos sobre los pokémon y sus enfermedades.

No entendía muy bien que era lo que quería decir, pero Andy comenzó a observar y anotar cosas en un cuaderno. Ya no había entrenamientos, ni combates, mucho menos torneos; solo salir al bosque cercano a que Andy observara y escribiera cosas sobre los pokémon que vivían en aquel bosque. Todo esto me parecía la cosa más aburrida del mundo, pero al parecer sus anotaciones y todo lo que garabateaba en sus cuadernos, a los otros humanos les parecía la cosa más interesante del mundo, por lo que en poco tiempo Andy volvió a viajar llevándonos a conocer nuevos lugares.

Yo aún guardaba la esperanza de volver a los torneos pues si no entrenaba y combatía; jamás podría evolucionar; Y deseaba con todas mis fuerzas ser un Pikachu.

Pero Andy no pensaba igual, el seguía anotando en libretas, tomando fotos y muestras de los lugares a donde viajábamos, presentando sus teorías y nuevos descubrimientos en eventos que en nada se parecían a los torneos.

Con el tiempo me resigne a ser un Pichu de por vida. Solo observando la vida, como hacia mi entrenador, con la única diferencia que yo no tomaba notas.

Los años pasaron; Andy creció, se convirtió en un investigador pokémon a cargo de una reserva; donde extrañamente eran más comunes los pokémon shiny. Estos tenían una pigmentación diferente a la “normal”; aunque yo no entendía por qué les parecían tan especiales a los humanos. Resulta que esos pokémon eran muy codiciados por los entrenadores, lo que los convertía en el blanco favorito de los contrabandistas.

Así gracias al nuevo trabajo de Andy logre volver a entrenar, pues se necesitaba de pokémon fuertes y bien entrenados para combatir a los contrabandistas. Por lo que Andy volvió a entrenarnos; a ponernos en forma. La verdad esto me estaba gustando mucho, era lo que había deseado en todo este tiempo, al fin lo lograría tendría la oportunidad de evolucionar. 

Andy estaba poniendo más atención a mi entrenamiento; esperaba con todo mi corazón poder ser su nuevo pokémon especial, así como lo fue Prinplup.

Día tras día Andy y yo recorríamos la reserva, junto con los otros pokémon que tenía, llevando alimento a los pokémon más ancianos y revisando que la salud de todos en la reserva fuera buena. En ocasiones Andy debía cuidar de algún pokemon herido; pero en cuanto este se recuperaba lo llevábamos de regreso con su familia. De nuevo me sentía feliz, pero entonces aprendí que ese sentimiento no es muy duradero.

Una tarde; cuando ya regresábamos a casa, nos encontramos con una banda de contrabandistas, que llevaban en redes a varios Dratini shiny, por lo que sin dudarlo Andy los enfrento para evitar que se los llevaran. Pero esta vez los contrabandistas eran más numerosos y sus pokémon más fuertes.

Andy ataco con su mejor pokémon en ese momento, el cual era Arcanine, seguido de Gyarados. Aun me parece increíble que ambos fueran vencidos, aunque decir vencidos es una manera menos cruel de decir asesinados. Los demás corrimos con la misma suerte; incluso Andy. Pero por alguna razón yo me había quedado en ese lugar; mientras que las almas de mis compañeros y entrenador habían ido a donde se supone que deben ir. En cambio yo seguía aquí.

Hasta ahora no he logrado entender que es lo que hizo que yo me quedara ahí viendo los cuerpos sin vida de mi entrenador, compañeros y el mío. Había muerto como un Pichu sin haber logrado evolucionar. Me sentí frustrado y enojado. Entonces observe a los contrabandistas y sin saber cómo, use un movimiento que era imposible de ejecutar por un Pichu, con el cual yo logre dejar fuera de combate a los contrabandistas. Enseguida libere a los Dratinis pero, me desconcertó bastante que se alejaran de mí, como si me tuviesen miedo, yo solo era el fantasma de un inofensivo Pichu.

Regrese con mi entrenador y mis compañeros, realmente no tenía a donde ir entonces una fuerte lluvia comenzó a caer y en la hierba se comenzaron a formar pequeños charcos, me acerque a uno de estos pues quería saber cuál era mi apariencia ahora, ¿Qué era lo que había hecho que esos Dratini se alejaran de mí? Entonces lo vi; no tenía una forma como tal, solo era una especie de niebla, con 2 puntos rojos.

Estaba desconcertado con mi reflejo. ¿En qué me había convertido?, ¿Seguía siendo un pokémon?, cientos de preguntas fueron llegando a mi cabeza, y ninguna tenia respuesta, pero de alguna manera me ayudaron a pasar la noche, pues no fue hasta el día siguiente, que un equipo de apoyo llego al lugar, enterraron a mis compañeros y se llevaron a mi entrenador, para que su familia le hiciera un funeral como el que los humanos acostumbran.

Es aquí donde termina la historia de Andy y comienzan otras más, pero por el momento ya estoy cansado y también este Meowth; por lo que no escribiré nada más.



jueves, 2 de julio de 2020

Fictober 2019 Día 20: Alfa



Camus ya tenía listas sus maletas y se disponía a irse. Estaba cansado de escuchar las suplicas de Milo, así que apenas amaneció inicio su largo descenso para poder reunirse con Surt.



La mañana estaba hermosa, ideal para ir a dar un paseo por Rodorio pero Milo solo observaba desde la obscuridad de su casa como Camus se alejaba de el una vez más. Se sintió mareado y se vio obligado a recargarse en uno de los pilares, sentía como si con cada escalón que Camus descendía una parte de su alma muriera. Quería correr tras el pero sus piernas ya no respondían. Además la noche anterior incluso le había pedido de rodillas que no lo dejara pero nada funciono, porque simplemente Camus no sentía nada por él.



Milo se quedó paralizado recargado en el pilar, recordando el tiempo que paso con Camus, como pensó que el seria para siempre el Alfa y que Camus siempre estaría ahí a su lado sin importar nada más. Entonces se dio cuenta que Camus ya estaba fuera del alcance de su vista así que regreso a la habitación principal de su casa que hasta la noche anterior ocupara Camus.



Noto que la cama estaba completamente arreglada como si nadie hubiese dormido en ella, se arrojó a está esperando que las telas aun conservaran un poco del aroma de Camus pero no logro percibir nada, decepcionado se levantó de la cama y abrió bruscamente los cajones en busca de sus mejores ropas para ir a Rodorio.



-Como se me ocurrió, dar por terminado el entrenamiento de Dafne, seguramente ya se fue del santuario, tiene tiempo que no la veo- murmuro mientras volvía a abrir otro cajón de un tirón causando que este se saliera del mueble y callera bruscamente al piso.



Milo maldijo en voz baja, levanto el cajón y lo dejo sobre la cama, entonces vio algo que llamo su atención era una caja de regalo. El no recordaba haber recibido ningún regalo últimamente y menos haberlo guardado en aquel cajón. Por lo que enseguida rompió el papel a tirones y se encontró con un pequeño mameluco de color amarillo con un escorpión en modo tierno bordado al frente.



-Pero qué demonios-dijo mientras buscaba entre la envoltura algo que le diera sentido a lo que acababa de ver, entonces entre la maltratada envoltura encontró una nota, la desdoblo sin cuidado y entonces todo tuvo sentido.



-Voy a ser Papá- dijo para sí mismo, pero aquellas palabras cambiaron por completo la actitud de Milo.



En los aposentos de Atena…



Saori estaba acostada en su cama, con la mirada perdida se sentía triste, pero a la vez estaba enojada y lo peor de todo era el vacío que sentía producto de la desilusión que sentía pues Saga no correspondía sus sentimientos.



-¿Porque tan triste Atena?, pensé que el devolverle la vida a tus caballeros te pondría feliz- dijo Hades hablado directamente a la mente de Saori.



-Sabias lo que iba a pasar, por eso les devolviste la vida- reclamo Saori.



-Por supuesto que no, entre mis poderes no está el de ver el futuro, yo solo quería hacer las paces contigo, ya no quiero pelear más, después de todo la tierra está sobrevalorada si lo piensas al final todo lo que habita sobre la tierra va a llegar al inframundo.- respondió Hades.



-Entonces, ¿ya no te interesa la tierra?- Pregunto Saori.



-Para nada, solo quiero verte feliz, al menos mereces que una de tus reencarnaciones viva feliz en la tierra, por eso deberías quitar de tu camino cualquier obstáculo que te lo impida, después de todo has salvado a la tierra de tanto que al menos mereces disfrutar de esta vida- dijo finalmente Hades.



Saori se quedó en silencio por mucho tiempo pensando en las palabras de Hades. Primero recordó sus deberes como Atena, pero estos pasaron a segundo plano pues a pesar de ser la reencarnación de una diosa la parte humana había ganado esta vez y Saori sabía bien lo que quería y estaba dispuesta a hacer lo necesario para obtenerlo.



En Géminis.



Dafne aprovechaba la soledad del templo para salir de su habitación pues no quería que nadie la viera en tan mal estado, pero tampoco tenía la intención de cambiar.



-Saga puedo pasar- pregunto Camus.



-Saga no está pero supongo que puedes pasar- respondió Dafne ocultándose en uno de los pilares.



-¿Dafne?- Camus busco con la mirada a la Santia.



-Si soy yo, pero no me encuentro bien, así que solo pasa, no quiero que nadie me vea en este estado- respondió Dafne intentando ocultarse lo mejor posible detrás del pilar pero Camus no tardo en encontrarla.



-Sacrebleu, Dafne no pensé que estuvieras tan mal, ¿Qué te paso?- Camus se había quedado impactado al ver a Dafne, pues lo que estaba viendo no era ni la sombra de la santia alegre y amistosa que incluso llegaba a fastidiarlo con sus risas y bromas.



Dafne se quedó en silencio observando a Camus y después de unos instantes logro responderle un sencillo –No te preocupes voy a estar bien-



Camus no quedo muy convencido con la respuesta pero tampoco se sentía capaz de animar a Dafne por lo que solo asintió con la cabeza y continuo su camino.



Dafne regreso a su habitación y volvió a dormir hasta que sintió el roce de una mano en su frente acomodándole el cabello.



-Kattia déjame dormir- murmuro con los ojos cerrados removiéndose en la cama.



-No soy Kattya- respondió Milo sentándose en el espacio vacío de la cama.



-¡Milo!- Dafne se sentó de golpe en la cama.



-Tranquila, solo vine a preguntarte por un regalo que encontré en uno de mis cajones- dijo Milo mostrándole el pequeño mameluco.



-Milo… yo… no sé qué decirte...- respondió Dafne



-No tienes que decirme nada, voy a ser el mejor papá de todo el Santuario, si Mu pudo cuidar de Kiki desde pequeño, yo también puedo, además mi hijo va a ser mucho mejor que Kiki, porque yo lo voy a entrenar y será el mejor. Ya quiero ver la cara de Mu cuando mi hijo le rompa la cara a Kiki- dijo Milo entusiasmado mientras acariciaba el abdomen de Dafne. –Estas muy delgada, supongo es por los ascos y los mareos del embarazo, pero no te preocupes te voy a llevar en brazos de regreso a escorpio para poder cuidarte mejor- Milo abrazo a Dafne y ella disfruto cada instante entre los brazos de su amado pues no sabía que reacción tendría cuando le dijera lo que había pasado.



-Milo, yo… perdí al bebe…- dijo Dafne y al instante sintió como Milo se apartaba de ella, así que cerró los ojos, no quería ver a Milo enojado con ella. Sintió como Milo se levantaba de la cama en silencio y escucho sus pasos alejándose.



-¡Milo, no me dejes!- grito desesperada provocando que el Santo de escorpio se detuviera y volteara a verla.



-Camie…- susurro Milo para sí mismo, pues en ese momento para él no se trataba de Dafne quien le pedía que regresara sino Camus.



Milo camino de regreso a la cama y no dudo en subirse quedando a horcajadas sobre Dafne a quien inmediatamente comenzó a besar entre susurros– Camie, yo sabía que te hacía falta, dime que soy tu alfa, que me amas y que nunca más me vas a dejar- Milo ya se había quitado la camiseta y sus manos ya recorrían el cuerpo de Dafne por debajo de su pijama, noto que estaba más delgada y cuando le quito la pijama se dio cuenta que no estaba equivocado, sus clavículas se notaban bastante, tanto que pensó que se podría beber una copa de vino en el hueco que tenían, mientras que sus costillas se marcaban claramente en su piel. Milo detuvo sus besos y se separó un momento de Dafne.



-¿Ya no te gusto?- pregunto Dafne con ojos llorosos.



-Camie, como dices eso, yo te amo, pero no había notado lo delgado que estas- respondió Milo mientras besaba el cuello de Dafne dejándole una que otra marca.



Dafne seguía llorando, le dolía en el alma escuchar a Milo decir que amaba a Camus, pero era más doloroso estar sin él.



-Camie no llores, yo te amo- dijo mientras acomodaba las delgadas piernas de Dafne a los lados de su cuerpo.



Dafne solo se dejó hacer pues no tenía mucha fuerza y el escuchar que era el nombre de Camus el que salía de los labios de Milo cuando estaba por llegar al clímax no ayudo mucho.



En Jamir.



Shaka había ido a supervisar la reparación de las armaduras doradas.



-Mu, me puedes explicar ¿por qué no está terminada ninguna armadura?- pregunto molesto Shaka



-Porque son muchas y tengo que entrenar a Kiki y enseñarle a repararlas- respondió con desgano Mu



-Pero nunca te habías retrasado tanto con tu trabajo- replico Shaka



-Claro solo eso les interesa de mí, que repare sus armaduras como si solo eso pudiera hacer, ya estoy cansado, soy el único que ha tenido que hacerse cargo de un aprendiz mientras que los demás disfrutan de su vida- dijo molesto Mu y en ese instante se teletransporto.



-Mu, Mu de Aries no me dejes hablando solo, te recuerdo que ahora soy el patriarca- protesto Shaka, pero Mu ya se había ido.

jueves, 25 de junio de 2020

Fictober 2019 Día 19: Humillación



Milo se esforzaba día tras día en complacer a Camus lo más que podía, ponía todas sus fuerzas y empeño en eso pero nada parecía dar resultados.

 

-Milo mañana me iré, llama a las doncellas para que me ayuden a empacar- Dijo Camus mientras terminaba su café matutino.

 

-Pero, Cam…- objeto Milo, pero antes de que pudiera terminar la frase Camus lo interrumpió enojado.

 

-¡Basta Milo! ¡No me puedes tener aquí a la fuerza! ¡Ya me recupere, y ahora me voy!- dijo Camus levantándose de la mesa.

 

Milo se quedó sentado a la mesa con la mirada fija en el lugar que dejara vacío Camus. Enseguida tomo las tazas vacías, las llevo a la tarja y no pudo más, se sentía devastado aún más que el día en que Camus murió. Se sostuvo con todas sus fuerzas del mueble de la tarja pues sus piernas ya no lograban mantenerle en pie. Se sentía débil, alzo la vista y miro su rostro en el precario reflejo del cromo de la llave, noto su expresión desencajada y llena de tristeza, desvió la mirada y fue dejando que su cuerpo se resbalara sobre el mueble hasta llegar al suelo.

 

Estaba de rodillas derrotado sin haber recibido un solo golpe, no tenía ninguna herida visible pero estaba destrozado por dentro. Era incapaz de levantarse, las fuerzas lo habían abandonado, se acomodó en el suelo apoyando su espalda contra el mueble. De pronto el sentimiento de soledad lo invadió y en un vano intento por reconfortarse así mismo abrazo sus rodillas ocultando su rostro. Recordando como desde que Camus había vuelto a la vida no había recibido más que desprecios y malos tratos de su parte y ahora pensaba irse.

 

-¿Se encuentra bien?- Pregunto temerosa Olivia quien había llegado a realizar sus labores de limpieza.

 

-Sí, si estoy bien solo revisaba si la tarja no tenía una fuga- mintió, esperando que Olivia no le cuestionara más, sus heridas estaban abiertas y el solo hacerlo hablar de ellas terminarían haciéndolo desplomarse por completo.

 

-Está bien, lo dejo para que siga buscando la fuga, comenzare por limpiar su habitación, si necesita algo no dude en llamarme-Dijo Olivia alejándose lentamente de Milo.

 

-Olivia, quiero que empaques mis cosas, seguro que con la habitación vacía te será más fácil limpiar- dijo Camus ignorando por completo a Milo.

 

-Está bien, enseguida preparo sus maletas- respondió Olivia caminando apresuradamente para cumplir con la orden.

 

-Milo, levántate del suelo, no seas ridículo- dijo Camus mirándolo con desprecio.

 

Milo no dio respuesta alguna simplemente alzo la mirada hacia Camus preguntándose internamente porque lo trataba tan mal.

 

-Milo me estorbas, necesito sacar algo del mueble, muévete- Camus abrió la puerta del mueble con brusquedad empujando a Milo hacia un lado.

 

-¡Al menos dime porque me tratas así!- exigió Milo.

 

-No tengo por qué darte explicaciones pero lo voy a hacer, si con eso consigo que dejes de seguirme como perro callejero al que alimente por mera lastima. Nunca te he amado si estuve contigo es por una apuesta entre Shura y yo, la cual por cierto gane. Si fue divertido por un tiempo el tenerte a mi entera disposición pero ya me aburrí. Me voy a Siberia con Surt ya que quiero pasar esta vida al lado del hombre que amo- Camus término de sacar sus cosas del mueble mientras hablaba.

 

-Pero, yo te amo, te calenté con mi cosmo, arriesgue mi vida por ti- dijo Milo casi en un susurro aguantando el llanto.

 

-¿Y acaso yo te pedí que lo hicieras?, deja de humillarte de más Milo- respondió Camus tomando sus cosas y alejándose de Milo.

 

En Géminis.

 

-Me preocupa tu amiga, cada día se ve peor- dijo Saga jugando con el vaso vacío de jugo.

 

-A mí también pero no podemos hacer nada más que esperar- respondió Katya dejando de lado su plato vacío de cereal.

 

-Buenos días- Saludo Dafne mientras llenaba su vaso de agua y regresaba a su cuarto.

 

-Bonita, quieres cereal, necesitas comer, solo tomas agua- Katya se levantó y fue a abrazar a su amiga.

 

-Gracias, estoy bien- respondió Dafne correspondiendo brevemente al abrazo de su amiga, para enseguida irse de nueva cuenta a su habitación mientras Katia solo observaba impotente como su amiga día a día iba empeorando.

 

-Se pondrá bien- dijo Saga abrazando por la espalda a Katya y besando suavemente su cuello.

 

-Acaso no la viste, se está muriendo- respondió Katya girándose para abrazar a Saga.

 

En su habitación Dafne dejo el vaso de agua en su mesita de noche y se acostó en la cama cubriéndose con las mantas, debido a su debilidad rápidamente se quedó dormida.

 

-Saintia Dafne- llamo Olivia moviéndola ligeramente.

 

-¿Qué pasa?- respondió adormilada Dafne.

 

-Hoy tengo que cambiarle las sabanas, ¿podría levantarse de la cama?- pregunto Olivia.

 

-Olivia no te preocupes por cambiarlas, solo dime por favor si colocaste aquel osito donde te pedí-

 

-Si señorita Dafne, pero no pude recuperar el paquete que se quedó en la habitación de Milo-

 

-Olvida ese paquete, a estas alturas seguramente ya lo encontró pero no le importo- dijo volviendo a acomodarse entre las mantas.

 

-Saintia Dafne, por favor permítame cambiar las sabanas, mientras debería darse un baño, su cabello se lo va a agradecer, vamos solo tome un baño y cuando salga yo le cepillo el cabello-

 

Olivia ayudo a Dafne a incorporarse de la cama y la acompaño al baño donde abrió la llave de la regadera y cuando el agua salió a una temperatura agradable metió a Dafne con todo y pijama antes de que Dafne desistiera de bañarse y regresara a la cama.

 

A Dafne no le quedo más remedio que bañarse y al salir de la ducha noto que Olivia le había dejado ya ropa limpia, se la puso y noto que le quedaba bastante grande, se miró al espejo y el reflejo le hizo ver su actual estado por lo que salió del baño lo más rápido posible para no seguir mirándose.

 

-Le dije que le caería de maravilla el baño, se ve muy bien- dijo Olivia

 

Dafne sonrió de lado sin creer las palabras de Olivia.

 

-Olivia no es necesario que me mientas, sé que me veo mal- dijo Dafne sentándose frente al tocador y agachado la cabeza para no seguir viendo su reflejo.

 

Olivia comenzó a cepillar el enredado cabello de la saintia con cuidado de no darle muchos tirones. Enseguida le hizo una trenza suelta para que no se le enredara tanto el cabello.

 

-Gracias Olivia- dijo Dafne y camino hacia la cama.

 

-Antes de que se acueste prepare sopa, debería comer un poco- insistió Olivia

 

-Gracias, pero no tengo hambre- 

 

Dafne se acostó en la cama y se cubrió con las mantas.

Olivia termino sus labores y antes de irse acomodo las mantas que cubrían a Dafne.

 

En los aposentos de Atena.

 

-A su servicio Diosa Atena- dijo Saga arrodillándose frente a Saori.

 

-Saga, ponte de pie no es necesario que te arrodilles, además no me digas Diosa Atena, tu puedes llamarme simplemente Saori- dijo arrodillándose para quedar a la misma altura que Saga.

 

-Pero usted es la reencarnación de Atena, no podría llamarla de otra forma- respondió Saga aun arrodillado.

 

-Si, pero también soy una mujer con sentimientos y deseos normales- dijo Saori tomando la mano de Saga y llevándola hacia su pecho.

 

-Diosa Atena, esto no está bien- respondió Saga alejando su mano de Saori.

 

-¿Por qué? Saga… Yo soy la reencarnación de Atena, ¿porque me rechazas? Muchos hombres y mujeres darían lo que fuera por la oportunidad que te estoy dando a ti- pregunto molesta.

 

-Diosa Atena, yo jure protegerla, pero entienda que no puedo corresponderle de esa manera-

 

-¿si te lo ordenara?- Saori se puso de pie y endureció su gesto.

 

-No tendría más remedio que cumplir sus órdenes, pero, si me permite decirlo solo nos haríamos daño los dos porque aunque sea mi diosa no puedo cambiar mis sentimientos a su voluntad- respondió Saga esperando que Atena no lo obligara.

 

-¡Vete!- ordeno.

 

Saori no estaba acostumbrara a que alguien le negara lo que ella quería, estaba furiosa, como podía negarse, él era un simple caballero, tendría que sentirse honrado de que alguien como ella mostrara interés en él.

 

Entonces la parte humana gano a la divina y comenzó a idear un plan para conseguir lo que su corazón deseaba.

 


Fictober 2019 Día 18: Prístino



Dafne bajaba lentamente los escalones escuchando el ruido que hacían las maletas al caer de escalón en escalón, era un ruido seco, molesto, e inevitable. Más aún porque con cada golpe de las ruedas de sus maletas sentía como su corazón se rompía un poco más.

 

-Santia Dafne, ¿se encuentra bien?- preguntó Olivia al ver como la encapuchada figura se encogía al escuchar cómo iban bajando las maletas la larga escalera.

 

--Si estoy bien- respondió la Santia mirando a la doncella mientras hacía su mejor esfuerzo por sonreír. Pero esto causó que al bajar el siguiente escalón perdiera el equilibrio y cayera rodando varios escalones.

 

-¡Santia Dafne!- gritaron las doncellas al unísono.

 

-Estoy bien no me he hecho daño- dijo mientras se levantaba rápidamente para no preocupar a nadie.

 

Así el descenso continuó, atravesaron las casas de Libra, Virgo, Leo y Cáncer sin problema alguno, pues estaban vacías, solo Marín en Leo sintió algo de pena por la Santia, aunque no se atrevió a decirle nada.

 

Al llegar a Géminis, Katya salió a su encuentro.

 

-Dafne, ¿qué haces a estas horas?- pregunto Katya saliendo de las sombras de un pilar.

 

-¡Kat!, Es... que... Milo... me... echo... de... su... templo-respondió con esfuerzos Dafne mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

 

Katya abrazó a Dafne que ahora no paraba de llorar y ya no podía pronunciar ni una sola palabra completa a causa de su llanto.

 

-Dejen las maletas en la habitación del fondo y retírense- ordenó Katya a las doncellas que rápidamente cumplieron la orden y salieron del templo.

 

-Gra... ci... as... O... li... via...- alcanzó a decir Dafne entre sollozos, antes de que la doncella s.

 

Katya espero a que Dafne se tranquilizara y le contara lo sucedido.

 

-Es un maldito- dijo Katya mientras prístinos cristales de hielo crecían a su alrededor.

 

-¿Me podría quedar aquí algunos días?- pregunto Dafne un poco más tranquila.

 

-No tienes ni que preguntarlo amiga, tú te vas a quedar aquí todo el tiempo que necesites- respondió Katya abrazando a Dafne y llevándola hasta la que sería su habitación.

 

Katya dejó a Dafne para que descansara, pero a pesar de lo cansada que estaba no podía dormir, se sentía mareada y le dolía mucho el vientre, a momentos sentía agudas punzadas de dolor, hasta que de momento un dolor mucho más fuerte la hizo encogerse y enseguida se levantó rápidamente, corrió hacia el baño, donde comprobó que estaba sangrado bastante, una punzada seguida de un coágulo de sangre de considerable tamaño le hizo saber que había perdido lo que en varios meses más seria un bebé.

 

-Esto es lo mejor, tu papi no te iba a querer y yo sola no podría cuidarte, además no llegaste ni a los 2 meses- dijo en un susurro. Mientras sentía como la sangre seguía saliendo de su cuerpo por algunas horas más,  no quería que nadie supiera lo que le había pasado, por lo que ella misma limpio todo lo que había manchado, que por suerte solo hubiera sido la ropa que llevaba puesta. Ya sin manchas de sangre podía dárselas a lavar a las doncellas y si le preguntaban por la humedad de las prendas diría que se cayeron a la tina accidentalmente.

 

Poco a poco el susto del sangrado fue remplazado por la tristeza que le hizo pasar a Dafne varios días en cama, prácticamente sin comer, le dolía el cuerpo, se sentía débil, pero aun así no tenía apetito, por lo que apenas y tomaba agua.

 

Katya estaba muy preocupada por Dafne, aunque desconocía por completo lo que le había pasado en el baño aquella noche, si notaba que la Santia estaba pálida y débil, casi no hablaba y solo se limitaba a negar y asentir con leves movimientos de su cabeza.

 

Una tarde, cuando Dafne regresaba de la cocina con un vaso de agua, vio como Katya entraba corriendo al templo de forma tan alegre y feliz que desconcertó a Dafne por completo.

 

-¡Dafne puedes creerlo! ¡Saga revivió!- Por primera vez Dafne veía a Katya realmente emocionada, algo que era bastante raro, pues a pesar de todo el tiempo que llevaban de ser amigas Katya siempre había sido muy inexpresiva.

 

-Me alegro por ti, siempre fuiste importante para el- respondió Dafne haciendo un esfuerzo por hablar. Le gustaba ver a su amiga así de feliz pero a ella la tristeza la estaba consumiendo día con día.

 

Katya salió corriendo de Géminis y fue lo más rápido que pudo a los aposentos de Atena, donde Saga estaba aún recuperándose, alcanzó a verlo desde el pasillo que conducía a la entrada de su habitación, no claramente pero podía notar su acompasada respiración por el leve movimiento de las sábanas.

 

Saori estaba en la entrada de la habitación y al ver a Katya sintió que la invadía por completo la ira pero aun así puso su mejor cara y recibió amablemente a la Santia.

 

- Katya que bueno que viniste, Saga te llama cada que despierta- dijo con tranquilidad.

 

Katya se acercó lentamente hacia él y al llegar a su lado tomó su mano entre las suyas, entonces Saga despertó.

 

- Katya - murmuró Saga abriendo lentamente sus ojos. De nuevo tenía aquella prístina mirada que había perdido ya hace tanto tiempo.

 

-No te esfuerces tanto, aquí estoy- respondió Katya sentándose en la silla que estaba al lado de la cama y acariciando ligeramente la frente del Santo de Géminis.

 

Saori por su parte observaba discretamente desde la entrada de la habitación como Saga se esforzaba por estar despierto a pesar de su debilidad, todo por estar más tiempo con Katya. Se cubrió con una mano la boca intentando ahogar su llanto pero sus ojos la traicionaron, por más esfuerzos que hacía sentía ya como las prístinas lágrimas se le acumulaban y estaban a punto de correr libremente. Entonces alcanzó a ver cómo Katya y Saga se besaban. Lentamente Saori se fue dejando caer recargada en la pared, lloraba en silencio pues jamás pensó que Saga podría estar enamorado de alguien más.

 

Sabia en su interior que Saga estaría dispuesto a morir protegiéndola y que le tenía el amor que los mortales les pueden brindar a sus dioses, pero no la amaba de la forma que ella quería, pues ese amor le pertenecía a Katya.

 

Mientras tanto en Escorpio.

 

Milo había arreglado todo su templo para darle la bienvenida a Camus, tanto así que las doncellas habían trabajado más tiempo del habitual para dejar todo listo. Las baldosas del piso estaban recién pulidas a grado tal que parecían espejos,  la tapicería de los muebles había sido lavada a profundidad y perfumada, la habitación de Milo fue donde más tiempo se llevaron, pues todo tenía que quedar como si fuera nuevo.

 

Al momento en que Olivia le informo que las doncellas habían terminado Milo recorrió su templo y quedo satisfecho con el trabajo de las doncellas, todo estaba como a Camus le gustaba incluso había un sutil aroma a vainilla en el aire, el favorito de Camus.

 

Así Milo abandono su templo y fue por Camus quien ya se encontraba en franca recuperación, razón por la cual le habían permitido a Milo llevarlo a su templo con la condición de que él iba a cuidar de Camus, ver que tomara sus medicinas a tiempo y que no hiciera grandes esfuerzos hasta que su recuperación terminara.

 

Milo llevo a Camus en brazos desde Tauro hasta Escorpio a pesar de que Camus insistía en que podía caminar.

 

-Recuerda que no debes esforzarte-  le respondió Milo dándole un fugas beso en los labios.

 

Al llegar a Escorpio Milo esperaba que Camus se sorprendiera del cambio que había sufrido su templo, y que le hiciera algún cumplido por lo bien que había quedado, pero no fue así, lo dejo pasar convenciéndose que la debilidad de Camus hacia que no se diera cuenta de muchas cosas, así que no estaba de más que él se las hiciera ver.

 

-Camie, ¿notas algo diferente en el templo?- dijo Milo girando con Camus en brazos en medio del templo.

 

-¿Que por fin te quitaron las telarañas en el techo?-  respondió Camus

 

-No solo eso amor, mira a tu alrededor, ¿Te gusta el cambio?-

 

-Me da igual no es mi templo-

 

-Camie...- dijo en un susurro Milo que se había sentido herido por la respuesta

 

-Es verdad no es mi templo y apenas me recupere me iré de aquí-

 

-Pero Camie…-

 

-Milo, ¿Cuándo te cansaras de rogarme?-

 

-Al menos quédate hasta que te recuperes- pidió Milo desviando la mirada.

 

-Solo hasta que me recupere, y después me iré, por cierto ya puedes bajarme- dijo tajante Camus, pero Milo no le hizo caso y lo llevo en brazos a su habitación, lo deposito suavemente sobre la cama, se acomodó sobre él, atrapando el cuerpo de Camus entre sus piernas y brazos, con cuidado de no dejar caer su peso y comenzó a repartir suaves besos sobre el rostro de Camus.

 

-Milo déjame descansar, solo dame mis medicinas y déjame dormir- pidió Camus fastidiado por la insistencia de Milo.

 

-Pensé que te gustaría dormir conmigo, podría calentarte con mi cuerpo para que duermas mejor- dijo Milo llevándole a Camus un vaso de agua y una charolita con las diferentes pastillas que tenía que tomar.

 

-Milo eres patético, de qué manera tengo que decirte que me dejes en paz- dijo molesto Camus mientras tomaba la charola con las pastillas y el vaso de agua. –Bien ya me tome las medicinas ahora apaga la luz y déjame dormir- Camus le entrego el vaso y la charola a Milo, se cubrió con las mantas y se acomodó dándole la espalda a Milo.

 

-Buenas noches Camie- Dijo Milo acomodando las mantas para que le cubrieran bien la espalda y enseguida dejo un beso en la mejilla de Camus que refunfuño molesto ante el gesto.

 

-Vete y déjame descansar- exigió Camus.

 

Milo apago la luz y salió de la habitación cerrando la puerta, camino con desgano hacia la cocina dejando en la tarja la charola y el vaso de agua, se sentía inmensamente triste, nada había salido como él lo esperaba, y con el mismo desgano camino hacia la habitación que hace poco había dejado Dafne, no sin antes descorchar una botella de vino tinto que se encontró en la cocina.

 

Al llegar a la recamara se sentó en la cama y bebió largos tragos de vino hasta vaciar la botella, arrojo el envase vacío contra la pared, la botella de cristal se hizo mil pedazos, que cayeron al suelo reflejando la luz de las lámparas, dando prístinos destellos que Milo observo con atención, mientras recordaba el tiempo que paso con Shaina y Shoko, la había pasado bien, de eso no tenía dudas, incluso una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquellos momentos. Pero de pronto una corriente de aire entro a la habitación proveniente de una ventana que se había quedado abierta.

 

Enseguida Milo fue a cerrar la ventana, pero al regresar a la cama noto que un pequeño oso de peluche blanco con un corazón bordado al centro había caído de la repisa que estaba arriba de la cama.

 

-Estúpida Dafne no se llevó todas sus cosas- dijo tomando con brusquedad al oso y dejándolo de nuevo en su lugar en la repisa, pero al hacerlo noto que debajo del oso se encontraba una nota que decía:

 

Si algún día me extrañas, presiona su corazón.

 

Milo tomo de nueva cuenta al oso y presiono el corazón, entonces la voz de Dafne salió del pequeño oso, tan clara como si Dafne misma estuviera ahí diciéndole

 

“Te amo bichito”

 

 Milo abrazo al pequeño oso sintiendo como un nudo se formaba en su garganta.