Dafne bajaba lentamente los escalones escuchando el ruido que hacían las
maletas al caer de escalón en escalón, era un ruido seco, molesto, e
inevitable. Más aún porque con cada golpe de las ruedas de sus maletas sentía
como su corazón se rompía un poco más.
-Santia Dafne, ¿se encuentra bien?- preguntó Olivia al ver como la
encapuchada figura se encogía al escuchar cómo iban bajando las maletas la
larga escalera.
--Si estoy bien- respondió la Santia mirando a la doncella mientras
hacía su mejor esfuerzo por sonreír. Pero esto causó que al bajar el siguiente
escalón perdiera el equilibrio y cayera rodando varios escalones.
-¡Santia Dafne!- gritaron las doncellas al unísono.
-Estoy bien no me he hecho daño- dijo mientras se levantaba rápidamente
para no preocupar a nadie.
Así el descenso continuó, atravesaron las casas de Libra, Virgo, Leo y
Cáncer sin problema alguno, pues estaban vacías, solo Marín en Leo sintió algo
de pena por la Santia, aunque no se atrevió a decirle nada.
Al llegar a Géminis, Katya salió a su encuentro.
-Dafne, ¿qué haces a estas horas?- pregunto Katya saliendo de las
sombras de un pilar.
-¡Kat!, Es... que... Milo... me... echo... de... su... templo-respondió
con esfuerzos Dafne mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Katya abrazó a Dafne que ahora no paraba de llorar y ya no podía
pronunciar ni una sola palabra completa a causa de su llanto.
-Dejen las maletas en la habitación del fondo y retírense- ordenó Katya
a las doncellas que rápidamente cumplieron la orden y salieron del templo.
-Gra... ci... as... O... li... via...- alcanzó a decir Dafne entre
sollozos, antes de que la doncella s.
Katya espero a que Dafne se tranquilizara y le contara lo sucedido.
-Es un maldito- dijo Katya mientras prístinos cristales de hielo crecían
a su alrededor.
-¿Me podría quedar aquí algunos días?- pregunto Dafne un poco más
tranquila.
-No tienes ni que preguntarlo amiga, tú te vas a quedar aquí todo el
tiempo que necesites- respondió Katya abrazando a Dafne y llevándola hasta la
que sería su habitación.
Katya dejó a Dafne para que descansara, pero a pesar de lo cansada que
estaba no podía dormir, se sentía mareada y le dolía mucho el vientre, a
momentos sentía agudas punzadas de dolor, hasta que de momento un dolor mucho más
fuerte la hizo encogerse y enseguida se levantó rápidamente, corrió hacia el
baño, donde comprobó que estaba sangrado bastante, una punzada seguida de un
coágulo de sangre de considerable tamaño le hizo saber que había perdido lo que
en varios meses más seria un bebé.
-Esto es lo mejor, tu papi no te iba a querer y yo sola no podría
cuidarte, además no llegaste ni a los 2 meses- dijo en un susurro. Mientras
sentía como la sangre seguía saliendo de su cuerpo por algunas horas más, no quería que nadie supiera lo que le había
pasado, por lo que ella misma limpio todo lo que había manchado, que por suerte
solo hubiera sido la ropa que llevaba puesta. Ya sin manchas de sangre podía
dárselas a lavar a las doncellas y si le preguntaban por la humedad de las
prendas diría que se cayeron a la tina accidentalmente.
Poco a poco el susto del sangrado fue remplazado por la tristeza que le
hizo pasar a Dafne varios días en cama, prácticamente sin comer, le dolía el
cuerpo, se sentía débil, pero aun así no tenía apetito, por lo que apenas y
tomaba agua.
Katya estaba muy preocupada por Dafne, aunque desconocía por completo lo
que le había pasado en el baño aquella noche, si notaba que la Santia estaba
pálida y débil, casi no hablaba y solo se limitaba a negar y asentir con leves
movimientos de su cabeza.
Una tarde, cuando Dafne regresaba de la cocina con un vaso de agua, vio
como Katya entraba corriendo al templo de forma tan alegre y feliz que
desconcertó a Dafne por completo.
-¡Dafne puedes creerlo! ¡Saga revivió!- Por primera vez Dafne veía a Katya
realmente emocionada, algo que era bastante raro, pues a pesar de todo el
tiempo que llevaban de ser amigas Katya siempre había sido muy inexpresiva.
-Me alegro por ti, siempre fuiste importante para el- respondió Dafne
haciendo un esfuerzo por hablar. Le gustaba ver a su amiga así de feliz pero a
ella la tristeza la estaba consumiendo día con día.
Katya salió corriendo de Géminis y fue lo más rápido que pudo a los
aposentos de Atena, donde Saga estaba aún recuperándose, alcanzó a verlo desde
el pasillo que conducía a la entrada de su habitación, no claramente pero podía
notar su acompasada respiración por el leve movimiento de las sábanas.
Saori estaba en la entrada de la habitación y al ver a Katya sintió que
la invadía por completo la ira pero aun así puso su mejor cara y recibió
amablemente a la Santia.
- Katya que bueno que viniste, Saga te llama cada que despierta- dijo
con tranquilidad.
Katya se acercó lentamente hacia él y al llegar a su lado tomó su mano
entre las suyas, entonces Saga despertó.
- Katya - murmuró Saga abriendo lentamente sus ojos. De nuevo tenía
aquella prístina mirada que había perdido ya hace tanto tiempo.
-No te esfuerces tanto, aquí estoy- respondió Katya sentándose en la
silla que estaba al lado de la cama y acariciando ligeramente la frente del
Santo de Géminis.
Saori por su parte observaba discretamente desde la entrada de la
habitación como Saga se esforzaba por estar despierto a pesar de su debilidad,
todo por estar más tiempo con Katya. Se cubrió con una mano la boca intentando
ahogar su llanto pero sus ojos la traicionaron, por más esfuerzos que hacía
sentía ya como las prístinas lágrimas se le acumulaban y estaban a punto de
correr libremente. Entonces alcanzó a ver cómo Katya y Saga se besaban.
Lentamente Saori se fue dejando caer recargada en la pared, lloraba en silencio
pues jamás pensó que Saga podría estar enamorado de alguien más.
Sabia en su interior que Saga estaría dispuesto a morir protegiéndola y
que le tenía el amor que los mortales les pueden brindar a sus dioses, pero no
la amaba de la forma que ella quería, pues ese amor le pertenecía a Katya.
Mientras tanto en Escorpio.
Milo había arreglado todo su templo para darle la bienvenida a Camus,
tanto así que las doncellas habían trabajado más tiempo del habitual para dejar
todo listo. Las baldosas del piso estaban recién pulidas a grado tal que
parecían espejos, la tapicería de los
muebles había sido lavada a profundidad y perfumada, la habitación de Milo fue
donde más tiempo se llevaron, pues todo tenía que quedar como si fuera nuevo.
Al momento en que Olivia le informo que las doncellas habían terminado
Milo recorrió su templo y quedo satisfecho con el trabajo de las doncellas,
todo estaba como a Camus le gustaba incluso había un sutil aroma a vainilla en
el aire, el favorito de Camus.
Así Milo abandono su templo y fue por Camus quien ya se encontraba en
franca recuperación, razón por la cual le habían permitido a Milo llevarlo a su
templo con la condición de que él iba a cuidar de Camus, ver que tomara sus
medicinas a tiempo y que no hiciera grandes esfuerzos hasta que su recuperación
terminara.
Milo llevo a Camus en brazos desde Tauro hasta Escorpio a pesar de que
Camus insistía en que podía caminar.
-Recuerda que no debes esforzarte-
le respondió Milo dándole un fugas beso en los labios.
Al llegar a Escorpio Milo esperaba que Camus se sorprendiera del cambio
que había sufrido su templo, y que le hiciera algún cumplido por lo bien que había
quedado, pero no fue así, lo dejo pasar convenciéndose que la debilidad de
Camus hacia que no se diera cuenta de muchas cosas, así que no estaba de más
que él se las hiciera ver.
-Camie, ¿notas algo diferente en el templo?- dijo Milo girando con Camus
en brazos en medio del templo.
-¿Que por fin te quitaron las telarañas en el techo?- respondió Camus
-No solo eso amor, mira a tu alrededor, ¿Te gusta el cambio?-
-Me da igual no es mi templo-
-Camie...- dijo en un susurro Milo que se había sentido herido por la
respuesta
-Es verdad no es mi templo y apenas me recupere me iré de aquí-
-Pero Camie…-
-Milo, ¿Cuándo te cansaras de rogarme?-
-Al menos quédate hasta que te recuperes- pidió Milo desviando la
mirada.
-Solo hasta que me recupere, y después me iré, por cierto ya puedes
bajarme- dijo tajante Camus, pero Milo no le hizo caso y lo llevo en brazos a
su habitación, lo deposito suavemente sobre la cama, se acomodó sobre él,
atrapando el cuerpo de Camus entre sus piernas y brazos, con cuidado de no
dejar caer su peso y comenzó a repartir suaves besos sobre el rostro de Camus.
-Milo déjame descansar, solo dame mis medicinas y déjame dormir- pidió Camus
fastidiado por la insistencia de Milo.
-Pensé que te gustaría dormir conmigo, podría calentarte con mi cuerpo
para que duermas mejor- dijo Milo llevándole a Camus un vaso de agua y una charolita
con las diferentes pastillas que tenía que tomar.
-Milo eres patético, de qué manera tengo que decirte que me dejes en
paz- dijo molesto Camus mientras tomaba la charola con las pastillas y el vaso
de agua. –Bien ya me tome las medicinas ahora apaga la luz y déjame dormir-
Camus le entrego el vaso y la charola a Milo, se cubrió con las mantas y se acomodó
dándole la espalda a Milo.
-Buenas noches Camie- Dijo Milo acomodando las mantas para que le cubrieran
bien la espalda y enseguida dejo un beso en la mejilla de Camus que refunfuño
molesto ante el gesto.
-Vete y déjame descansar- exigió Camus.
Milo apago la luz y salió de la habitación cerrando la puerta, camino
con desgano hacia la cocina dejando en la tarja la charola y el vaso de agua,
se sentía inmensamente triste, nada había salido como él lo esperaba, y con el
mismo desgano camino hacia la habitación que hace poco había dejado Dafne, no
sin antes descorchar una botella de vino tinto que se encontró en la cocina.
Al llegar a la recamara se sentó en la cama y bebió largos tragos de
vino hasta vaciar la botella, arrojo el envase vacío contra la pared, la
botella de cristal se hizo mil pedazos, que cayeron al suelo reflejando la luz
de las lámparas, dando prístinos destellos que Milo observo con atención,
mientras recordaba el tiempo que paso con Shaina y Shoko, la había pasado bien,
de eso no tenía dudas, incluso una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al
recordar aquellos momentos. Pero de pronto una corriente de aire entro a la
habitación proveniente de una ventana que se había quedado abierta.
Enseguida Milo fue a cerrar la ventana, pero al regresar a la cama noto
que un pequeño oso de peluche blanco con un corazón bordado al centro había
caído de la repisa que estaba arriba de la cama.
-Estúpida Dafne no se llevó todas sus cosas- dijo tomando con brusquedad
al oso y dejándolo de nuevo en su lugar en la repisa, pero al hacerlo noto que
debajo del oso se encontraba una nota que decía:
Si algún día me extrañas, presiona su corazón.
Milo tomo de nueva cuenta al oso y presiono el corazón, entonces la voz
de Dafne salió del pequeño oso, tan clara como si Dafne misma estuviera ahí
diciéndole
“Te amo bichito”
Milo abrazo al pequeño oso
sintiendo como un nudo se formaba en su garganta.

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