En Jamir.
Kiki estaba agotado, su cuerpo presentaba las señales del
duro entrenamiento, raspaduras, moretones, cortadas. Por las noches cuando
estaba bajo la regadera dándose un merecido y necesario baño notaba las costras
y heridas aún abiertas que le causaban leves dolores al momento de pasar la
esponja sobre ellas, quería volver al santuario, pasar tiempo con Dafne y
Aldebaran. Pero parecía que su maestro no pensaba regresar en un buen tiempo al
santuario. Tampoco tenía muchas esperanzas de que alguien los visitara ya que
el inhóspito camino desanimaba a cualquiera. Así que esa mañana se decidió a
pedirle a su maestro la tarde libre para poder ir a ver a Dafne.
-Maestro, ¿me daría la tarde libre?, necesito recuperarme-
-Kiki hoy te iba a enseñar cosas muy importantes sobre la
reparación de armaduras, pero está bien, supongo que me he excedido un poco con
tu entrenamiento- respondió Mu al ver el precario estado de su aprendiz.
La mañana pasó más lenta de lo habitual para el pequeño
aprendiz que además del pesado entrenamiento debía soportar el inhóspito clima
de Jamir, pero cuando por fin llego la tarde, no dudo ni un instante en ir a su
habitación y hacer acopio de sus escasas fuerzas para tele transportarse al
Santuario. Pero debido a su débil estado decidió primero visitar a Aldebaran,
seguramente él se ofrecería a prepararle algo delicioso de comer.
-Aldebaran, ¡Puedo pasar!, soy Kiki- grito en la entrada del
templo
-¿Kiki?, que no estabas con Mu en Jamir-
-Pues…-
-Viniste sin permiso, pequeño travieso, pero pasa- respondió
Aldebaran.
Kiki entro al templo, pero antes de que él y Aldebaran
pudieran hablar Saori llego al templo.
-Aldebaran- llamo desde la entrada pues a pesar de ser una
diosa no le gustaba entrar sin avisar a las casas de sus caballeros.
-Escóndete Kiki- dijo en voz baja mientras el pequeño
aprendiz se ocultaba dentro de uno de los muebles de la cocina.
-A sus órdenes- respondió Aldebaran saliendo de su casa y
arrodillándose frente a Saori.
-Aldebaran, ponte de pie y entremos a tu templo pues
necesito pedirte un favor, pero nadie más debe
enterarse de esto, ya que más de
uno estaría en desacuerdo con las decisiones que he tomado, así que estoy
confiando en que no pongas en duda mis órdenes ni por un instante-
-Mi deber es obedecerla, no cuestionarla- respondió.
Saori le explico el trato que había echo con Hades y aunque
el internamente no estaba de acuerdo, no se atrevió a decírselo, aunque no pudo
ocultar su felicidad al enterarse que sus compañeros de armas volverían a la
vida.
-Entonces, debo cuidar las tumbas, pero, ¿Cómo sabré que
debo ayudarles a salir?, además, si salen al mismo tiempo no podre ayudarles a
todos, me temo que las posibilidades de que falle en esta misión son muy altas,
¿Podría darme algo más de ayuda?- expreso con preocupación Aldebaran.
-Esas son preguntas que no me había hecho, pero tienes razón
le pediré a Marín, Shaina, Jabu y Hyoga que te ayuden- respondió Saori
pensativa.
Enseguida Saori abandono la casa de Tauro para ir en persona
a informar a los demás Caballeros y Amazonas que cuidarían el inhóspito
cementerio. Había decidido dejar a Jabu al cuidado exclusivo de la tumba de
Saga.
Mientras tanto Kiki solo tenía un pensamiento en su cabeza,
el cual se hizo más real cuando escapo de sus labios –Camus va a revivir- dijo
lentamente recordando todas aquellas veces que había visto a Milo besar
apasionadamente a Camus y el largo tiempo que paso de rodillas sobre su tumba
sin importarle el inhóspito clima de esos días. Pero lo que realmente
preocupaba a Kiki era Dafne.
-Ya puedes salir Kiki- dijo Aldebaran abriendo las puertas
del mueble y notando la cara de sorpresa
del pequeño.
-Escuchaste todo verdad- dijo Aldebaran mirando fijamente a
Kiki quien solo asintió con la cabeza y rápidamente cambio su expresión a una
de fingida felicidad y respondió animadamente –Estoy feliz, no me malentiendas,
es solo que no me esperaba tan buena noticia- dijo apresuradamente.
-Es verdad, pero no debes decírselo a nadie- señalo
Aldebaran mientras ambos se sentaban a comer, al terminar Kiki no quiso quedarse
por más tiempo y se despidió para enseguida dirigirse a Escorpio pues moría de
ganas por ver a Dafne y más ahora que debía darle tan importante noticia.
Corrió lo más que pudo hasta llegar a la entrada del templo
de Escorpio, no había dudas en él, le
contaría a Dafne lo que acababa de
escuchar, no importaba que fuera secreto, ella debía enterarse, Pero entonces
cuando casi llegaba a su destino alcanzo a ver a Dafne sentada en las piernas
de Milo, Kiki detuvo su ascenso y se llevó instintivamente la mano derecha a la
garganta para comprobar que realmente nada le estaba sujetando, ya que nunca
antes había sentido algo así, trago saliva y continuo su camino a paso lento ya
que con cada escalón que subía podía distinguir mejor como Dafne besaba a Milo mientras
el solo se dejaba hacer.
-Ya vino tu molesto amiguito- murmuro Milo al oído de Dafne
que inmediatamente se levantó y fue hacia Kiki.
-Kiki tanto tiempo sin verte, fui a Aries pero no había
nadie, te extrañe tanto, ¿Quieres helado?- dijo tomando de la mano al pequeño y
llevándolo dentro del templo, donde saco todos los botes de helado que fue
sirviendo en un enorme plato. Kiki y Dafne comieron rápidamente las primeras
cucharadas sintiendo como se les congelaba el cerebro para después comer el
resto del helado de manera más tranquila.
-Regreso en la noche y cuando llegue no quiero ver a ese
molesto mocoso en el templo- grito desde la entrada Milo.
-Te vas sin darme un beso de despedida- respondió Dafne, por
lo que Milo no tuvo más remedio que hacer lo que Dafne quería.
Kiki observo como Milo ponía cara de fastidio cuando Dafne
lo abrazo y enseguida se paró de puntitas para darle un tierno beso en los
labios. De nuevo aquel nudo en la garganta había regresado. Se quedó pensativo,
no quería arruinar la felicidad de su amiga, además Hades no ayudaría de esa
manera a Atena, eran enemigos, seguramente Hades terminaría por incumplir el
trato, se repitió una y otra vez hasta
que se auto convenció de que era mejor no mencionar nada.
-¿Te pasa algo?- pregunto Dafne mirando fijamente a Kiki.
-No, solo estoy
cansado, el entrenamiento ha sido muy duro últimamente- dijo esquivando la
mirada de Dafne.
-No sé porque a Mu le gusta tanto ir a ese desolado he
inhóspito lugar pudiendo permanecer aquí en el santuario- dijo Dafne tomando otra cucharada de helado.
Mientras Kiki comía mecánicamente pues en su mente los pensamientos llegaban
repentinamente y lo atormentaban, imaginaba varios escenarios pero ninguno
terminaba bien, la desesperación se estaba apoderando de él, no podía mas de
pronto sintió que hiciera lo que hiciera Dafne seria la que saldría mas herida,
pero entonces llego a su mente el pensamiento de que tal vez, solo tal vez
Camus no reviviría.

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